Thursday, October 11, 2012
Tuesday, October 2, 2012
EL PADRE NUESTRO de Don Leonardo Garnier
Sinopsis extraído por
Licda. Guiselle Weelkly
De parte de la Dirección
de Prensa y Realciones Pública para que podamos meditar por un momento
antes de utilizar escritos biblícos o de corte espiritual para asuntos
personales.
Comparto con ustedes la reflexión titulada: El Padre Nuestro de don Leonardo, elaborado por la periodista Lizeth Castro. En relación al cuento titulado: Y Amén. Pueden accesar al link: http://lizethcastro.tv/blog/el-padre-nuestro-de-don-leonardo-garnier.
A continuación:
EL PADRE NUESTRO de Don Leonardo Garnier
Lizeth Castro.
Muchos,
cada día, tomamos un cincel y le damos forma al Dios que nos conviene.
Y esto incluye a los que somos cristianos, católicos o no; nos
convertimos en escultores de un Dios a nuestra medida y oportuno. Cuando
nos resulta inoportuno –porque así nos lo dicta nuestra conveniencia-
le tiramos una sábana encima para no verlo y que “no nos vea”. Sin
escuchar su Voz, hacemos lo que nos da la gana, nos justificamos, le
pasamos por encima y seguimos con la vida. El del polémico relato de
Leonardo Garnier es un hombre enterrado en vida y desde su desesperación
mide, con la frustración hasta el cuello, el tamaño de una figura que
los demás vemos Omnipotente y se atreve a decir “¿Padre? ¿Nuestro?”.
Resulta grotesco, ciertamente, que alguien se atreva a despreciar al
Hacedor de la Vida, pero a mí, el relato no me ofende. Me ubico en aquél
que no ha comido en varios días; en el que grita desde el hueco de su
estómago “¿Dónde estás Dios? ¿Existís como existe esta hambre? ¿Existís
como existe el desprecio? La gente pasa a la par mía, tienen tiempo para
ir a Misa, al Culto, a las fiestas de caridad, a los seminarios de
superación personal, al yoga, a la nutricionista, al Gimnasio, al Banco…
y no tienen tiempo para voltearse y verme en esta esquina desgraciada
del planeta y darme un pedazo de dignidad.” Garnier toma el sentimiento
hastiado de un ser humano que el mundo ha hecho sentir huérfano. Así me
lo imagino. Quienes decimos PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO,
debiéramos defender su Nombre con nuestras obras, con solidaridad, sin
golpes, ni insultos, con respeto, con sensatez, con tiempo para los que
tienen menos y merecen igualdad de oportunidades. ¿Dirán “VENGA A
NOSOTROS TU REINO” esas madres y padres que golpean, hasta cansarse, a
sus hijos? ¿Digo “LIBRANOS DEL MAL” cuando hay mujeres que viven cerca
mío, en agresión y no les digo que rompan el silencio? ¿Decimos
“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE” cuando ofendemos el nombre de los demás para
humillarlos y burlarnos de sus errores? ¿Decimos “HAGASE TU VOLUNTAD” y
permitimos la corrupción, sin denunciarla? El relato de don Leonardo
no me ofende. Me pone a pensar. Y a mi PADRE NUESTRO, le seguiré
rezando para que me dé fuerzas y demostrarle a los que dudan, que no hay
amor más grande que Aquél que da la Vida por sus amigos.
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